Reflexiones sobre la Cría de Caballos de Pura Raza Española
Hay una Demanda Clara de Caballos Buenos, que no Somos Capaces de Facilitar los Criadores de PRE

Tipología de los Caballos que Hemos de Preoducir


Informe © Anuario PURA RAZA (Diciembre de 2015)

Por Jaime Moreno

Profesionalidad
Siempre me ha atraído y he admirado el caballo de Pura Raza Española por su belleza, su elegancia y su nobleza. A veces me preguntan por qué entré en la aventura de la cría del caballo P.R.E. Después de treinta años de estar en esta actividad, puedo decir que lo que más me atrae de la reproducción es el gran reto que supone pretender obtener caballos de alta calidad y a la vez contribuir a la mejora de la raza, en lugar de limitarnos a cruzar simplemente un caballo con una yegua.
En este caso, la dificultad es tal que podría considerarse como una misión casi imposible. Por ello los ganaderos y criadores que tengan estas aspiraciones, que por cierto creo que todos deberíamos tener, necesitan altas dosis de ilusión, capacidad económica, dedicación, constancia y profesionalidad.
La mayor parte de los ganaderos iniciamos esta actividad con mucho de lo primero, algo menos de lo siguiente y bastante poco de lo último. Es aquí, en la profesionalidad, donde quiero hacer mayor hincapié en estas primeras reflexiones.
La profesionalidad implica conocimiento, método, coherencia, planificación, medida de resultados y obtención de conclusiones, que a su vez alimentarán cambios de rumbo, nueva planificación y nuevos resultados.
Aunque este círculo de actividad realmente no tiene fin, de esta forma iremos consiguiendo a lo largo del tiempo resultados cada vez más satisfactorios, lo que debería ser el objetivo de todos los ganaderos y criadores de caballos de Pura Raza Española.
Gran parte de los ganaderos y criadores de caballos P.R.E. no están dispuestos a entrar en esta dinámica porque no son profesionales; son aficionados que buscan en esta actividad entretenimiento, imagen social y disfrute personal. Esta posición es totalmente válida y legítima, pero difícil de mantener en el tiempo.
Últimamente, con la crisis económica que nos afecta desde hace años, algunos ganaderos están empezando a cambiar de mentalidad. Comienzan a prestar más atención a la calidad de sus productos, porque lo que nos es bueno o muy bueno, no se vende, no se quiere ni regalado. Solo les queda entrar de lleno en la vía de la profesionalidad y eso no es fácil.
El mayor error de gran parte de los ganaderos es lo poco estrictos que son en el proceso de selección de sus reproductores. Es sintomático que la mayoría no quiera escuchar nada sobre los defectos de sus reproductores, únicamente lo bueno que puedan tener. Sólo al cabo de los años, cuando ven que estos defectos se trasmiten inexorablemente, comprueban que sus productos apenas mejoran respecto a sus ascendentes y que tienen dificultades de aceptación en el mercado, es cuando empiezan a comprender la necesidad de una rigurosa selección para ahorrar tiempo y dinero, ambos bienes escasos.
La planificación a la que antes me refería, implica la definición inicial de los objetivos que pretendemos alcanzar y los medios de todo tipo que vamos a necesitar para conseguir los objetivos propuestos.
Los objetivos no pueden ser otros que la cría de caballos para cualquier actividad funcional o deportiva, con mayor o menor ambición en cuanto a su nivel de calidad. En cualquier caso, necesitamos definir el tipo de caballo que deseamos conseguir.
Entre los medios necesarios destacan básicamente los sementales y las yeguas de cría, además de la finca, las instalaciones, el personal especializado y los medios económicos. Todo ello complementado con unos buenos conocimientos sobre nutrición, sanidad, manejo y doma.
A continuación expongo algunos comentarios en relación con cada uno de los aspectos a planificar y de los medios requeridos para tener éxito en esta difícil actividad de la cría de caballos de Pura Raza Española.

Tipología de los caballos a producir
Lo primero que tenemos que tener claro es el tipo de caballo que buscamos. Cada ganadero es libre de criar caballos con cualquier finalidad: el color del pelo, la pureza de una estirpe, la morfología, el paseo, la doma clásica, el salto, el enganche… o cualquier otra actividad ecuestre.
En esta elección, que no todos los ganaderos hacen al principio, cuentan fundamentalmente los gustos personales y, sobre todo, los motivos comerciales.
Mi criterio personal es que la elección de la tipología del caballo debería fundamentarse principalmente en su aplicación final, quedando en un segundo plano la morfología, siempre que responda a los estándares de la raza, y en último lugar el color del pelo o la pureza de una determinada estirpe, aunque estos factores no dejan de tener importancia en el proceso de comercialización.
En cualquier caso, todos los ganaderos deberíamos saber bien cómo debe ser y qué debe tener un buen caballo, independientemente de la raza a que pertenezca.
En primer lugar el caballo debe tener belleza y distinción, después una buena estructura ósea, con una cruz bien destacada, unas espaldas bien anguladas que permitan unos movimientos con amplitud y elevación, una buena línea superior amplia y proporcionada, con un buen cuello alargado que facilite su equilibrio en movimiento, un buen dorso no hundido y una zona lumbar capaces de soportar sin problemas el peso del jinete, unos brazos bien aplomados, cañas cortas y tendones robustos y bien insertados, cuartillas que flexionen bien, buenos suelos que soporten y repartan adecuadamente la presión originada por su propio peso y el del jinete, unos buenos posteriores, con unos corvejones fuertes, que bajen paralelos y unas cañas cortas, para que puedan remeterse bajo la masa facilitando la reunión.
Esta buena constitución es la que le proporciona un buen equilibrio natural, tanto parado como en movimiento, al mismo tiempo que contribuye a garantizar una larga vida de trabajo.
Los movimientos deben ser elásticos y cadenciados, transmitiendo su fuerza por la línea superior del dorso: el paso amplio, regular, en cuatro tiempos bien marcados, sobrepasando la huella y sin ambladura, el trote amplio, elevado, con capacidad de mantener el ritmo y con suspensión y el galope amplio y saltado. Su temperamento y carácter deben permitirle adaptarse al trabajo que tenga que realizar.
Estas características generales que definen cómo debe ser un buen caballo deben respetar en nuestro caso la fidelidad al prototipo racial, de forma que el caballo no pueda parecer otra cosa que un Pura Raza Español.
A partir de este conocimiento, no solo teórico sino real, los ganaderos podremos analizar lo bueno y lo malo de nuestros propios reproductores y actuar en consecuencia.
Ahora bien, como decía Ignacio Bravo en un reciente artículo de opinión, la selección y mejora de nuestros productos debería realizarse siempre a partir de unos reproductores que cumplan con un alto estándar de calidad. A partir de ahí intentaremos mejorar sus características y llevarlas hacia la tipología y funcionalidad que requiera la aplicación o destino final de los caballos.
Si no lo hacemos así, entraremos en un largo proceso de selección y mejora cuyos resultados, en el mejor de los casos, solo verán nuestros descendientes y esto suele ir contra nuestra filosofía y forma de vida actual, en donde queremos resultados más rápidos, dudando muchas veces de que nuestros descendientes vayan a continuar nuestro esfuerzo y a sacar partido de nuestro trabajo.

Elección de las yeguas de cría
Las yeguas son la base fundamental de cualquier ganadería porque constituyen el punto de arranque del proceso de selección y mejora que nos ha de llevar a conseguir los productos más próximos a la tipología que hemos definido previamente.
Sin embargo, en el Pura Raza Español las yeguas constituyen hoy el eslabón más débil del proceso global de selección y mejora de la raza. Mientras sigamos dedicando a la reproducción todas las hembras que nacen en nuestras ganaderías, con la disculpa de que "algo nos darán por las crías que nazcan", flaco favor estamos haciendo a la raza y también a nuestros propios intereses. Nadie entendería que todos los machos que naciesen en nuestra ganadería tuviesen que preñar obligatoriamente a una de nuestras yeguas. Pues bien, lo que hacemos con las yeguas es igual de equivocado.
Este error procede de épocas doradas ya pasadas, cuando se vendía todo y los compradores no tenían suficientes conocimientos para enjuiciar la calidad de un ejemplar. Hoy las cosas son muy distintas: lo malo o regular nadie lo quiere, no se vende; lo bueno o aceptable cuesta trabajo venderlo y solamente lo muy bueno es demandado por un mercado que cada vez entiende más y, consecuentemente, sabe lo que es un buen caballo.
Cuando estemos convencidos de esta nueva realidad, empezaremos a desprendernos de una u otra forma de un alto porcentaje de nuestras yeguas y ajustaremos la plantilla con yeguas de calidad contrastada, de líneas acordes con nuestros fines.
La forma ideal de seleccionar nuestras yeguas es montarlas y probarlas en el trabajo que habrán de realizar sus descendientes, según la tipología de caballos que deseamos producir. Esto no se hace en el P.R.E. por motivos económicos, salvo excepciones meritorias. Aquí es donde los criadores deberíamos hacer otro esfuerzo suplementario. En otras razas, las yeguas madres suelen ser, fundamentalmente, las que han destacado en pruebas o competiciones deportivas (polo, carreras, etc.)
Admito la dificultad que representa adquirir una yegua reconocida como buena o muy buena, pero es ahí donde hay que hacer la verdadera inversión y, si no podemos hacerlo, deberíamos reducir drásticamente nuestros efectivos de baja o mediana calidad.

Elección de los sementales
Una vez hayamos decidido cuáles son las yeguas que han de constituir la base de nuestra ganadería, tendremos que decidir qué sementales las cubrirán.
Un semental es un caballo que destaca dentro de la raza por sus cualidades y que es capaz de trasmitirlas a sus descendientes. Se ha de caracterizar por su fuerza, belleza, expresión, buenos movimientos, voluntad en el trabajo y, en definitiva, por su distinción y clase.
Al igual que las yeguas, los sementales son un elemento fundamental en la ganadería y su correcta elección es aún más trascendental para la mejora de la raza, ya que una mala yegua puede generar un mal potro al año y un mal semental puede concebir muchos malos potros en el mismo período de tiempo.
Debemos elegir los sementales de tal forma que mejoren las características morfológicas y funcionales de nuestras yeguas, aportando aquellos caracteres que cada yegua necesite mejorar y procurando que en este proceso no perdamos las virtudes que ya tengan. Si para eliminar un defecto perdemos alguna virtud, tendremos que intentar recuperarla en las siguientes generaciones y aquí es donde radica la dificultad de la elección del semental.
Hasta hace pocos años cada ganadero pretendía tener su propio semental, mejor dicho, su propio "apto como reproductor" y con él cubría todas sus yeguas. En estos últimos años está empezando a cambiar la mentalidad de muchos ganaderos. Ya no están preocupados por tener su propio semental y empiezan a buscar en el mercado sementales que puedan mejorar realmente las características de sus yeguas.
El problema es que hay muy pocos sementales P.R.E. Hay muchas ganaderías que tienen muy buenas yeguas y que tienen dificultades para encontrar un buen semental para cubrirlas.
En cualquier caso, los pocos sementales que hay están poco contrastados, no suelen estar en venta y, además, su precio es prohibitivo. Hoy la mejor solución para un ganadero de tipo medio es la compra de cubriciones de los mejores caballos.
Otro problema suplementario es que aún no disponemos de suficiente información sobre cuáles son los verdaderos sementales y cuál es su capacidad de mejora, lo que ya tienen resuelto en otras razas centroeuropeas. Esperemos que esto se vaya solucionando poco a poco con la puesta en marcha del Plan de Selección y Mejora de la Raza, aunque llevará muchos años conseguir algo práctico y efectivo a nivel general.
Ya se ha iniciado el proceso de toma de datos de los resultados de los potros en concursos y pruebas deportivas. Ya se publican los catálogos de Jóvenes Reproductores Recomendados para las distintas disciplinas, que tendrá que ir mejorándose poco a poco y que más adelante nos proporcionará una información muy útil para nuestros proyectos de mejora.
La elección de un semental es hoy francamente difícil. Podemos identificar buenos caballos, bien por sus características morfofuncionales o bien por sus calificaciones en concursos y competiciones deportivas. Pero apenas tenemos información veraz sobre su capacidad para trasmitir sus características más destacadas. De momento la única opción es hacer un análisis individualizado de la descendencia que podamos conocer de cada uno de ellos.
Esta labor se facilita enormemente en el caso de caballos que por estar en un Centro de Sementales han cubierto un alto número de yeguas y los gestores del Centro conocen con mucha precisión lo que han trasmitido a sus descendientes. Hay en estos Centros algunos sementales que han tenido una descendencia de más de 300 productos.
Los ganaderos deben buscar el semental más adecuado para cada una de sus yeguas. No tiene sentido que elijamos un único semental, por bueno que sea, para todas nuestras yeguas. Cada yegua necesitará mejorar una característica distinta y, por tanto, deberíamos ir a un sistema de reproducción tipo "boutique": cada yegua habrá que cruzarla con el semental más adecuado.

Plan de Selección y Mejora de la Raza
Lo que más dificulta el proceso general de mejora de la raza es partir de un colectivo que en su conjunto es cada vez de menos calidad porque llevamos muchos años sin seleccionar las hembras. Esto no contradice el hecho de que vayan destacando dentro de este colectivo un grupo de animales que cada vez tiene mayor calidad.
El primer paso del Plan de Selección y Mejora elaborado por el MAPA con la participación de ANCCE, ha sido la creación de los Tribunales de Reproductores Calificados, para sementales y yeguas. Este primer paso ha sido muy importante ya que anteriormente se reconocía al 99 % de los animales como "aptos para la reproducción" y ahora, son declarados como "reproductores calificados" únicamente un pequeño porcentaje del colectivo total. Lamentablemente, esto no supone que los criterios que se aplican actualmente sean los adecuados. Así, por ejemplo, llama la atención que las pruebas que se realizan en los TRC sean menos exigentes que las pruebas de los concursos morfológicos y de doma. Sin embargo, debemos considerarlo como un primer paso en la dirección correcta.
Parece que nos hemos atascado en esta prueba y en la del Ciclo de Caballos Jóvenes. Falta por desarrollar los Centros de Testaje en donde se harán las pruebas de selección y los controles de rendimiento, de donde saldrán los Reproductores Recomendados. La siguiente fase será la valoración por la descendencia (Registro de Reproductores de Élite) y la última concluirá con la creación del Catálogo de Sementales.
Soy bastante pesimista en cuanto al futuro del desarrollo de este Plan. Para que una actuación de este tipo tenga éxito debe responder a una clara voluntad colectiva, que me temo no existe en nuestro caso. Por una parte, muchos ganaderos observan que el grueso del mercado no demanda calidad real sino que paga bien los caballos aparentes, sean realmente buenos o no. Tienen una visión a corto plazo que no les motiva para hacer esfuerzos que se verán recompensados a largo plazo.
Por otra parte, un pequeño grupo de ganaderos con medios, experiencia y marca reconocida, no lo apoyan porque prefieren que las cosas sigan igual para seguir manteniendo distancias en el mercado con el resto del colectivo. Lógicamente no les interesa que se cambie el criterio subjetivo de calidad de la marca por el criterio objetivo de calidad del producto.
Este Plan debería tener como única finalidad ayudar a los ganaderos que deseen avanzar en los procesos de selección de sus reproductores, dejando al resto la libertad necesaria para que sigan actuando en la dirección que consideren oportuna.
Me refiero especialmente a que no se deberían imponer limitaciones al número de yeguas a cubrir por los sementales no calificados. Por ejemplo, si un ganadero decide criar caballos de determinadas capas o de determinadas estirpes, por su aceptación en el mercado, al margen de la calidad real de los caballos, deberíamos dejarles la libertad para hacerlo sin limitación alguna. Será el mercado quien les ponga en el lugar que les corresponda.
Estas limitaciones no deberían distraernos del verdadero objetivo del Plan: facilitar unas herramientas útiles a los ganaderos que realmente quieran mejorar sus productos y contribuir a la mejora de la raza.
En resumen, considero imprescindible seguir desarrollando el Plan de Selección y Mejora para ir enriqueciéndolo y perfeccionándolo poco a poco, corrigiendo los errores que sin duda tiene desde su inicio. Lo demás será caminar hacia atrás, distanciándonos cada vez más de la calidad que van alcanzando otras razas o denominaciones de origen, que avanzan continuamente en esta dirección de progreso. Claro está que ellos lo tienen más fácil ya que por no tratarse de razas puras están abiertos a mejorar sus productos con la aportación de ejemplares de otra razas.

Recría de los potros
La elección de una buena yegua y su cruzamiento con el semental adecuado no soluciona todos los problemas. Tenemos que resolver otro tipo de dificultades: hay que recriar bien los potros que nazcan de estos cruces hasta que lleguen a su edad adulta y esto implica una serie de medios y conocimientos de los que no todos los ganaderos disponemos.
Solo a título indicativo quiero resaltar algunos aspectos relativos a este tema:
l Necesidad de alimentar a los potros de forma adecuada, con los correctores que aporten los minerales y vitaminas imprescindibles para un desarrollo equilibrado, evitando crecimientos rápidos con retracción de tendones y exceso de peso. La presentación a concursos morfológicos en los primeros años de desarrollo, preparando a los potros con un claro sobrepeso y estabulándolos durante largas temporadas, es una mala práctica que siempre se acaba pagando al comienzo de su vida de trabajo.
l Control continuo de la evolución de los aplomos y de los cascos durante el período de crecimiento y corrección de los mismos cuando sea necesario.
l Control sanitario sistemático, con vacunaciones y desparasitados periódicos.
l Fincas amplias y adecuadas para la cría en libertad. El caballo no es un animal de granja. Llegará un momento en que no todos podremos criar caballos, si no disponemos del medio adecuado. Es imprescindible disponer de espacios amplios y campo abierto, donde los potros puedan desarrollarse en libertad. No son suficientes los corrales, los boxes y las naves utilizados para esta actividad por algunos ganaderos si queremos evitar que los potros se rompan cuando comiencen a trabajar a fondo.
Estas malas prácticas en la crianza son tan frecuentes que más de un 65 % de los caballos P.R.E. que se sometieron a revisión veterinaria para su venta en 2004-2005, con especial atención al aparato locomotor, no pasaron las pruebas correspondientes, según un informe elaborado por la Facultad de Veterinaria de Córdoba sobre una muestra de 120 caballos y 28 yeguas, publicado en un Congreso Internacional en 2006.
En resumen, tan importante como conseguir que nazca un buen potro es criarlo bien para que se desarrolle lo mejor posible y pueda realizar de forma óptima su trabajo.

Mercado actual y futuro
Todos los ganaderos han soñado con que algún día nazca en su casa un ejemplar excepcional que gane muchos premios y reconocimientos, pero la realidad suele ser otra: la mayoría de los potros que nacen ni siquiera llegan a tener un nivel adecuado a lo que demanda el mercado.
Por otra parte, todos nos vamos enterando poco a poco de que si no conseguimos criar potros muy buenos, no tenemos nada que hacer. El mercado real es quien mejor enjuicia nuestra forma de actuar y es quien a la larga coloca a todos en su sitio.
Creo que ya han pasado los tiempos fáciles y ahora hay que vender en un mercado difícil y muy competitivo. Los compradores cada vez entienden más, demandan caballos de mayor calidad y generalmente contratan a un experto para que revise a fondo el estado de salud de los caballos. El conocimiento y las exigencias del mercado van más rápidos que nuestro avance en los procesos de selección y mejora.
A veces nos quejamos de que apenas hay mercado, o que la oferta es muy superior a la demanda, que es lo mismo. Yo creo que siempre ha sido así. No hay mercado porque en España se monta poco y los que lo hacen utilizan caballos cruzados si sus fines son el entretenimiento, o caballos de razas centroeuropeas que han conseguido mayor calidad, si su objetivo es el deporte. Hay una demanda clara de caballos buenos, que no somos capaces de facilitar.
De todas formas, considero que hasta ahora nunca ha habido un mercado real. En buena medida, se vendían sólo reproductores. Prueba de ello es que nadie castra los machos, como es costumbre en casi todas las razas. Hasta hace poco lo que mejor se vendía eran las hembras, porque iban destinadas a la reproducción. Los machos que no son excepcionales ningún ganadero los quiere, puesto que la inmensa mayoría ya no sirven como sementales.
Si hiciésemos un símil con el sector industrial diríamos que sólo se vendían máquinas para hacer máquinas, pero resultaba difícil vender los productos finales que salían de estas máquinas.
De esta forma no íbamos a ninguna parte. No había futuro. El buen funcionamiento inicial del mercado de reproductores nos equivocó a todos, haciéndonos olvidar que llegaría el día en que esta situación sería insostenible. Y ese día ha llegado.
¿Cuál es entonces la solución? La única forma de salir de este mercado endogámico, de ganadero a ganadero, es desarrollar un mercado nacional real y abrirnos al inmenso mercado internacional, aunque el resultado de estas acciones solo se verá a medio y largo plazo. Lástima no haberlo hecho hace 10 ó 15 años.
Para acceder a la demanda internacional tenemos que mejorar claramente la calidad de nuestros caballos, siempre en relación con la alta calidad que están consiguiendo otras razas centroeuropeas dedicadas fundamentalmente a la competición y el deporte.
Para estimular el mercado nacional promocionemos a través de nuestras Asociaciones el uso del caballo y la formación de jinetes y otros profesionales.
Como el mercado ya no es sólo de reproductores, los caballos habrán de ser montados para ponerles en valor y éste es otro problema añadido para los ganaderos, que hoy ya no pueden ofrecer al mercado productos sin terminar, es decir, sin domar.
A veces las salidas a esta realidad económica y a la difícil situación del mercado, son las siguientes: unos derivan por un camino cómodo a corto plazo reduciendo costes en la elección de los sementales y cubriendo todas sus yeguas con algún caballo de la propia yeguada, lo que no sólo no resuelve el problema sino que lo empeora a largo plazo. Otros se retiran y abandonan la actividad, en lugar de luchar por elevar la calidad de sus productos. Casi todas estas bajas se suelen cubrir con la incorporación de nuevos ganaderos que con total desconocimiento de la realidad vuelven a intentar lo que está condenado al fracaso.

Conclusiones
Los ganaderos y criadores de caballos P.R.E. producíamos más de 20.000 potros al año, aproximadamente el mismo número que los hannoverianos. Mientras que ellos tienen un mercado importante de jinetes de todas partes del mundo, que buscan caballos para hacer doma o salto, nosotros dedicábamos la mayor parte de nuestros esfuerzos a incrementar nuestra capacidad productiva. Esto ya no es así.
Como el incremento de la capacidad productiva no iba acompañado de un incremento de la calidad de nuestros productos, la única salida que nos queda es eliminar una buena parte de nuestras yeguas sustituyéndolas por otras de mayor calidad, cubrir estas yeguas con sementales contrastados y recriar los potros obtenidos cuidando al máximo la nutrición, el manejo y la salud de los mismos. Desarrollaremos así una línea de caballo español funcional y deportivo que estando dentro del prototipo racial pueda competir con otras razas en régimen de igualdad.
Las Asociaciones deberían ser más activas en la resolución de los verdaderos problemas de los ganaderos, dejando en un segundo plano otros aspectos secundarios en los que se han centrado en exceso en los últimos años.
Sus actuaciones básicas deberían ir dirigidas a solucionar los problemas reales de los ganaderos, como su propia formación, la mejora efectiva de la calidad de nuestros caballos, el desarrollo de iniciativas públicas para el fomento de la equitación y los planes de formación ecuestre, la promoción nacional e internacional del caballo PRE y el apoyo a su comercialización, la consecución de ayudas económicas para el sector y otros más, como la organización de concursos morfológicos y pruebas deportivas.
Los concursos morfológicos deberían ser verdaderos instrumentos de ayuda a la selección con participación limitada a ejemplares adultos, por ejemplo de 4 á 10 años, para no perjudicar el desarrollo de los más jóvenes y evitar la reiterada exhibición de ejemplares de menos edad. Deberían intervenir como jueces algunos jinetes, veterinarios y expertos de otros países que tengan la máxima formación y unos criterios consensuados con todo el colectivo.
Los ganaderos deberíamos ser más críticos con nosotros mismos, sustituyendo la autocomplacencia por la autoexigencia. Esto evitaría posteriores decepciones y nos obligaría a ser más realistas y, en definitiva, a hacer mejor las cosas. Este proceso no deberíamos realizarlo en solitario, sino apoyados en expertos, especialistas e incluso en otros ganaderos afines, puesto que todos tenemos planteado el mismo reto con las mismas dificultades. Aunque nunca llegaremos a alcanzar la situación ideal que se desprende de mi exposición, creo que es un buen referente para que trabajemos todos en una misma dirección y así ir aproximándonos poco a poco a ese ideal.
En esta actividad empresarial, que también implica disfrute y pasión, deberíamos considerar más seriamente el factor beneficio, independientemente de que algunos ganaderos y criadores se puedan permitir continuos resultados económicos negativos. A lo largo de mi vida profesional he podido comprobar que el beneficio económico mide de alguna forma la racionalidad de nuestras actuaciones, porque en general, cuanto mayor es el beneficio obtenido mayor es el reconocimiento del mercado y de la sociedad en general de que lo estamos haciendo bien.
Conclusión final: actuemos cuanto antes, pero … ¿llegaremos a tiempo?

JAIME MORENO GARCÍA
Centro de Sementales LOS ARCOS

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© Texto y Fotos: Anuario PURA RAZA 2015 (Revista Pura Raza)


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